Sí, está bien, perdimos, pero nos robaron.
Cualquier cristiano, incluyendo Ronaldo, podría darse cuenta cuán amañado
estuvo el arbitraje del partido. Según las estadísticas, hasta antes del gol de
David Luiz casi al minuto 70 del compromiso que enfrentó a Brasil contra
Colombia, el árbitro español Carlos Velasco, permitió aproximadamente 40 faltas
sin mostrar un solo cartón amarillo, eso mi estimado lector, fue sin lugar a
dudas, una de las tantas incidencias graves que tuvo el juez del compromiso en
el marcador final.
Respeto a quienes alegan que el gol tempranero
desestabilizó la saga colombiana y, tienen la absoluta razón en dicho alegato,
pero no pretendamos ser eruditos donde no hay necesidad de buscarle ocho patas
a un estamento que sólo tiene cuatro letras: FIFA.
Es de conocimiento público la problemática
social que afronta el país organizador de la copa del mundo, se ha hecho una
millonaria inversión en materia de escenarios e infraestructura para que Brasil
2014, sea recordado no sólo como el mundial más visto, comentado, y vendido de
la historia, sino que además perdure en la retina de los espectadores como la
cita que coronó al primer hexa campeón del mundo.
Decir que Brasil en los 90 minutos de juego fue
superior a Colombia sería una desfachatez. Brasil jugó uno, por no decir el
mejor encuentro para ellos en esta copa mundo, un equipo sin estrellas, más
bien estrellado, empujado, afanado y, por varios pasajes del encuentro, hasta
asustado.
Los dirigidos por José Néstor Pékerman
recibieron un gol de ‘camerino’ a los 7 minutos del primer tiempo, gol que
significó no sólo un cambio de estrategia para el profesor Pékerman y el onceno
colombiano, sino que además dejaba por primera vez a Los Cafeteros con un marcador en contra, algo a lo que Colombia no
se había enfrentado antes en el transcurso de la competición mundialista. El
equipo tardó en reaccionar, Brasil aprovechó la desorganización de los
colombianos y tuvo así un primer tiempo muy cómodo, ayudados claro está, por
quien podría ser el referee que dirija la gran final y, quien horas más tarde
sería felicitado por la FIFA: El español, Carlos Velasco. ¡Joder tío! ¡Enhorabuena!
Con el transcurrir de los minutos se evidenció
un desbalance en las decisiones arbitrales, un cobro de tiro de esquina que no
fue (la tocó de último Neymar) terminó en gol del capitán Thiago Silva, el gol anulado incorrectamente a Mario Alberto
Yepes cuando el partido estaba 1-0 a favor de los locales habría cambiado la
dinámica del encuentro, pero donde manda Dilma Rousseff, no gana el buen juego.
El sin sabor del segundo puntillazo cayó como
un balde de agua fría, las esperanzas de
los miles de colombianos que soñaban con la hazaña de derrotar a los penta
campeones del mundo en su propia casa se desvanecían, peor aún al ver
sancionada una falta de James Rodríguez que no existió y que terminó en el
golazo de David Luiz cuando transcurría el minuto 70 del partido. Una decisión
que inclinaría la balanza a favor de la verde-amarela y, casi que sellaría la
faena dantesca del árbitro español Carlos Velasco.
En las postrimerías del encuentro y gracias a
la incesante labor del equipo colombiano, el juez sancionó un penal a favor de
Colombia al minuto 80, falta del portero Júlio César sobre Carlos Bacca, quien
oxigenó el ataque colombiano y en los pocos minutos que estuvo en la cancha
mostró carácter e inquietó el marco adversario. El penalti fue cobrado por
James Rodríguez quien consiguió su sexta diana y se mantiene como el líder de
goleo en el campeonato mundial de Brasil 2014, escoltado por Neymar, Messi y
Robben.
Al finalizar el encuentro se supo que Neymar
sufrió una fractura en la tercera vértebra lumbar como resultado de un choque
fortuito con Camilo Zuñiga y se perderá el resto del mundial. Imagino que la
presidenta de Brasil, los directivos de la FIFA y el señor Velasco, serán piezas
fundamentales en la recuperación del astro brasilero: Dilma le cocinará la
feijoada, Joseph Blatter comprará las caipiriñas y el juez español les hará el
domicilio.
Derechos Reservados © Nicolás Marrugo Silva.