El día en que esa 'manada' de ‘indios’ se
subleven contra quienes se creen de mejor casta, seguramente desplazarían
al 98% de los ilustrísimos habitantes del territorio patrio, quienes al parecer
han olvidado que lo que hoy conocemos como Colombia, les ha pertenecido a
nuestras comunidades indígenas desde mucho antes de la llegada de los usureros
españoles.
En nuestro
país el uso despectivo de la palabra ‘indio’ sugiere sólo una cosa: el
desconocimiento histórico de quiénes somos y/o de dónde venimos, por que de una
u otra forma las tribus indígenas han sido, son y serán nuestros antepasados, y
negarlo sería exteriorizar nuestro gran analfabetismo frente a temas tales como
la época precolombina y, claro está, la nefasta colonización española.
Actualmente existen
en Colombia aproximadamente 90 etnias indígenas que están distribuidas a lo
largo y ancho del territorio nacional, es decir, habitan en todos los
departamentos del país, lo cual sugiere, nos guste o no, que los ‘indios’ al
parecer somos la gran mayoría de los colombianos, por tal motivo la lucha de la
segunda etnia más grande del país no puede pasar desapercibida.
Los Nasa-Páez que
habitan en la región del Cauca, están organizados en resguardos (como todas las
comunidades indígenas de Colombia), cuya finalidad es la autonomía de los
pueblos, pero a su vez manteniendo la propiedad colectiva y las tradiciones
culturales propias, es decir, se rigen por estatutos especiales autónomos.
El artículo
número 7 de la constitución política de 1991 reconoce dicha autonomía:
“El Estado
reconoce y protege la diversidad étnica y cultural de la nación Colombiana.”
Reafirmando
así a través de este artículo la ley 89 de 1890: el derecho a la autogestión,
la exención del servicio militar y el pago de tributos a las comunidades
indígenas de Colombia.
Al mismo
tiempo la ley 21 de marzo 4 de 1991 versa lo siguiente:
“Reconociendo
las aspiraciones de esos pueblos a asumir el control de sus propias
instituciones y formas de vida y de su desarrollo económico y a mantener y a fortalecer sus
identidades, lenguas y religiones, dentro del marco de los Estados en que
viven. ”
Por tal
motivo, la decisión de los Nasa-Páez de expulsar a los actores de un conflicto
armado que nos les pertenece y, donde son ellos quienes siempre han puesto las
victimas, fue en ejercicio de sus derechos como lo ampara clara y
explícitamente la constitución nacional de Colombia.
La situación
del Cauca va más allá de la manipulada imagen del berrinche de un soldadito de
plomo, a quien los indígenas actuando en derecho expulsaron de su territorio.
El problema de las comunidades indígenas no es de forma, es de fondo, y es que
para nadie es un secreto que el Estado siempre ha marginado a todas las etnias
que existen en el territorio nacional, al punto que luego de la ‘revuelta’ indígena en días pasados, se
les amenazó de no destinar los recursos que por primera vez en la historia el
gobierno había aprobado para dichas comunidades, como si el Estado estuviera
haciendo una obra de caridad para con los ‘indios’, lo que nos faltaba en
Colombia: un Estado filántropo.
La desdibujada
imagen de las instituciones en Colombia continua incrementándose, pareciera que
seguimos estancados en los tiempos de la colonia, los dirigentes de ‘nuestra’ maltrecha nación
al aparecer no dimensionan el daño que su falta de diligencia le está causando a Colombia y, a los colombianos pareciera no importarnos la realidad, como si no tuviéramos
un verdadero proyecto de país: como si esta no fuera nuestra lucha.
Geopolíticamente
hablando, nuestros ‘indios’ no son los únicos que están librando una batalla
contra el Estado que los oprime, hoy día alrededor del mundo en países como
Brasil, Canadá, Ecuador, Australia, entre otros, las comunidades indígenas, las
primeras en habitar lo que hoy se conoce como naciones soberanas, están
reclamando lo único que desde siempre les ha pertenecido: su Pachamama.
Derechos Reservados ® Nicolás Marrugo Silva.