viernes, 7 de mayo de 2010

La indolencia.

Con los ojos hinchados de verme llorar
Sus manos atadas por autónoma voluntad
Los pies cansados de no protestar
Y una boca atiborrada de tanto callar

El corazón retumba sentenciándolo a olvidar
Cuando los oídos ensordecidos por clamores de verdad
Olfatean su putrefacto miedo a reprochar
Los pensamientos nauseabundos de esta impasible sociedad.

El indolente aguarda con fatuidad
Por la etérea e inalcanzable realidad
Profesada por la demagogia

En cabeza de un chalán
Con ínfulas de patriota
Que desconoce mi afán.

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Derechos reservados© Nicolás Marrugo Silva